miércoles, 31 de enero de 2007

Sentenciar

Y resulta que las estrellas se formaron a partir de cada instante que nos revolvemos con la niebla.

Lo que no expresa

Tal vez mucha gente desee asesinarme, o tal vez no, con lo que diré. Y quiero poner el parche antes de la herida: mi idea no es criticar los gusto musicales de alguien. Esa no es la intención, por favor. Pero tampoco puedo callar lo que siento. El asunto es la música de algunos años. En lo personal, hay estilos de música bien antiguos que todos consideran "clásicos" de la vida del género. Típica de Deep Purple u otra banda. Pero en lo personal, aquella música trata de temas que en la actualidad ya no representan absolutamente nada. Hablando de letras y de música. O sea, la vida cambia, la música debe cambiar, así como la literatura, el cine, la prensa, etc. Obviamente hay que respetar a todo, y a los padres de la música. Pero hacerla "nuestra música favorita" (la misma que escucharon nuestros padres) es bastante arcaico, y así no avanzaremos. Es mi humilde, pero fundamentada opinión.

Lo eléctrico de cada día


Imagen 3: "Lo eléctrico de cada día" por Draco

La última apuesta de Floripa

Y Floripa decidió entonces que era suficiente. Fue justo en ese momento, no en otro, sólo ahí, cuando sintió el miedo de perderlo todo, de no poder dar vuelta atrás si seguía adelante, de no poder borrar todo como lo hacía cada mañana y empezar de nuevo. Fue ahí cuando levantó su brazo izquierdo mostrando la palma de la mano en señal de alto, miró a los ojos a sus adversarios y mostró que no podía seguir más. Carlos, impactado, dijo:
- ¡Qué! ¡Es que no puedes dejarnos ahora, hombre por Dios!
Cornelio, el del ojo malo, refunfuñó entre dientes y gruñó:
- Típica de marica, justo cuando la cosa se ponía buena dan un paso atrás.
Floripa sintió ganas de explicar porqué estaba cediendo. No cedía por ceder, sino porque si perdía el juego no sólo un par de billetes estarían en peligro. Y se ofendió.
Se ofendió descubrir que sus amigos de toda una vida se enojaban con él porque se iba a retirar. Recordando bien, ¿cuándo Floripa se había retirado del juego? ¡Nunca! Se mantenía siempre constante, el más leal de los participantes, a costa de cualquier cosa para permanecer en la apuesta. Y a veces ganaba y a veces perdía. Pero cuando perdía... perdía mucho.
En aquel momento, Floripa recordó todo. Las imágenes llegaron en tropel a su cabeza y sintió ganas de arrancarse el cuero cabelludo para poder sacar su cerebro y freírlo como un pescado fétido. Recuerdos, memorias, todo fue tan claro. Y lo embargó una pena, una espantosa y agobiante pena que se sentía en cada poro de su arrugada piel, en cada pelo de su blanca cabellera, en cada célula de su organismo aviejado, en todo, en todo su ser. Y supo entonces. Lo imbécil que había sido.
Floripa había perdido, primero, su televisor por las apuestas con sus amigos. Jugaban brisca, dominó, carioca, escoba, todo juego servía. Amelia, su mujer de toda la vida, lo regañó como nunca. ¡El televisor que con tanto esfuerzo habían comprado! Y bueno, Floripa decidió no jugar más, pero sus buenos amigos lo incitaron. Y éste cedió. Luego de perder algunos billetes, y como nunca él tenía suficiente dinero, perdió en una apuesta de dominó el equipo de música de su hija. Amelia esta vez lo golpeó, pues su hija no paró de llorar. Desde ahí, Floripa se prometió nunca más apostar. Qué equivocado estaba.
Apostó su cama, su velador, ropa, sus Ray-ban, su reloj, ropa de su mujer, alfombras, cuadros y adornos. Amelia lo dejó solo, se fue con sus tres hijas a vivir con su madre. ¿Y Floripa? Perdido en el mar de las apuestas, obviamente si timón ni timonel. Luego perdió su bicicleta, y fue tanta su ambición perdió su auto. Ya sin nada, y creyendo que la suerte estaba de su lado, perdió su casa. Se fue a vivir donde Cornelio, el de un solo ojo, y desde allí siguió apostando. Perdió su trabajo por pasar todo el tiempo en el bar "Las lunas de Venus", un prostíbulo de Valparaíso donde en una mesa apartada hacían sus apuestas. Fue entonces, viendo que no tenía qué jugar, apostó a su mujer. Y perdió. Amelia puso una demanda y por suerte no pudo ser reclamada por el supuesto ganador. Un día, Floripa apostó la última ropa que le quedaba, y también perdió. Tuvo que usar ropa de su amigo Cornelio. Floripa estaba en el borde del precipicio, y sólo faltaba un suceso como el que pasó aquella noche para que saltara...

-¡Pero no te puedes retirar, hombre! Nunca lo has hecho - reclamó Carlos, golpeando la mesa y haciendo vibrar los vasos con pisco y gaseosa.
- No tienes nada que perder - dijo Dano, el hombre más viejo de los cuatro.
- Ya has perdido todo, ¿qué más da que pierdas lo que acabas de apostar? - dijo Cornelio.

Y es que Floripa, en aquella noche, había apostado su vida.


El viento soplaba fuerte y el puerto estaba muy oscuro ya entrada la noche. La música venía de un bar llamado "Las lunas de Venus", donde prostitutas y homosexuales hacían su agosto. Dentro, en una mesa, un hombre tenía el brazo izquierdo levantando mostrando su palma de la mano en señal de alto. Sus compañeros de mesa lo miraban atónito. De pronto, el hombre del brazo alzado se levantó de la mesa. Sin creerlo y con una lágrima en su arrugada mejilla, caminó lentamente hacia la salida. El viento le secó esa lágrima al salir, y él se dirigió a la quebrada Aciaga, a un lado del puerto. Subió silencioso hasta llegar a la cima. Sus tres compañeros de mesa salieron a ver qué sucedía y comprendieron.
- Ha perdido todo - dijo uno que le faltaba el ojo derecho.
Sobre la cima de la quebrada se escuchó en el aire "No arriesgaré lo único que me queda. Si la pierdo será porque yo quiero perderla".
Unos chillidos de gaviotas rompieron el silencio de la noche porteña, cuando un hombre caía vertiginosamente desde lo alto e irrumpía donde éstas estaban durmiendo.




Cuento N° 1: "La última apuesta de Floripa", por Draco.



.-
Ceder no es perder.
C.V.

Elevar cada poro


Imagen 2: "Elevar cada poro" por Draco

Explicándome

Trato realmente de entender. Pero ¡no puedo! Lo que sucede, es que en mi colegio (y en el de casi todos los alumnos de Enseñanza Media de mi país) existe algo llamado Diferenciación. En 3° medio se debe elegir en qué área del conocimientos queremos ser peritos, o sea secos. Ahora bien, el problema es cuando una persona en realmente buena para todas las cosas. ¿Qué hacer ahí? Quizás tomar el curso más completo, pero resulta que aquel curso "completo" tiene ramos que sirven y otros que no. Generalmente hay tres tipos de electivo: Humanista, Biólogo-Científico, Matemático-Físico. El gran problema es que en cada una de estas ramas del saber hay un déficit de las otras ramas. Por ejemplo, en la rama Humanista tiene muchos ramos (valga la repetición) humanistas, pero no tiene Química, al menos en mi colegio. ¿Cómo entender el ser humano (¡humanista!) si no entendemos su origen y su creación química? Otro ejemplo es en el curso Biólogo donde el énfasis es obviamente biología y química, pero que se deja de lado el lenguaje y la historia. Y así sucede, querámoslo o no. Ahora bien, yo estaba pensando (yo y mis ideas extravagarias) que debería existir un curso que abarque de todo, que no se incline por nada, que sea el curso íntegro que algunos alumnos necesitan, o necesitamos. Por favor, (en serio) no quiero caer en la arrogancia de decir: "Soy excelente en todo" pero algunos alumnos queremos aprender y aprender sin exclución de conocimiento. ¿Es mucho pedir? O mejor dicho... ¿es mucho pensar?

Descubrir


Imagen 1: "Descubrir" por Draco

Escapar, tan subestionado y tan sencillo ...

Escapar. No, no es la canción del grupo pop que todos conocemos, ni tampoco una rabieta juvenil (y menos una rabieta adulta) sino una simple acción, un simple verbo estampado, que nos ayuda cuando todo va... un poco vertiginoso. Es necesario escapar, lo sé y todos lo sabemos, pues estamos acostumbrados a vivir dentro de un recinto donde todo ocurre como sabemos que debe ocurrir. Pero a veces es todo bastante estresante, y las personas deseas "huir", alejarse de todo. Y bueno, me incluyo. Pero la diferencia es que yo escapo hacia dentro, no corriendo ni arrancando a ninguna parte: mi forma de escapar es detener cada vena de mi cuerpo, cada arteria alocada, cerrar los ojos, abrir los poros y empezar a escribir. La escritura se podría decir que es el automóvil con el cual huyo de todo; sus ruedas son resistentes, tiene gran velocidad y es bastante económico. ¿Y la gasolina? Las palabras, las pequeñas hormigas que dan forma a esta vida. Lo primero será la palabra y lo último antes de que todo se acabe será la palabra. Pero en fin, no deseo indagar por ahora en la vida de las letras, mas bien apoderarme de ellas, acorrararlas, usarlas y ... al fin, poder huir hacia dentro. Bienvenidos.