domingo, 18 de marzo de 2007

La Gloria [Fotografía, por Luis Bravo]

L A .G L O R I A.
















































La gloria nos hará saber los motivos de cada rombo que hemos dibujado
entorno a nuestras vidas y a nuestras almas.
La gloria sabrá qué pasos erróneos tomamos,
y nos hará verter la sangre demás.
La gloria nos dirá por donder ir,
y a quien tomar como compañero.
La gloria nos hará libre.
La gloria

lunes, 12 de marzo de 2007

Las huellas que dejó en ti [microcuento n° 2]


No lo puedes negar. Heridas y marcas, claro. No sólo canas y arrugas, porque ella abrió tu ser, buscó adentro, hechó a la basura ciertas cosas y se quedó con lo valioso. Luego tomó hilo y aguja y te tejió la piel como quien teje una prenda, y trató de curarte, cuando ya el daño estaba hecho. Y así fue, no trates de ocultarlo. La noche en que la luna se las daba de satírica ustedes se juntaron. La hora era imprudente y el lugar inapropiado, pero eso ya no importa nada. Y claro, tú notaste un cambio, en el momento que una voz misteriosa y sobrenatural dijo "Señores pasajeros, próxima estación Baquedano, lugar de combinación con línea cinco...", ya que pudiste sentir una vibración inusual en el aire, en las personas, en el inconciente colectivo, en el mundo que te rodeaba. Se abrieron las puertas del tren. Tú ibas a bajar cuando un hombre intentó subir. Sentiste la humedad del ambiente y dijiste No sea imbécil y deje bajar antes de subir... Hasta el día de hoy no entiendes porqué dijiste eso, tú, Esteban, un hombre de bien, educado, abogado, con mucho futuro y una excelente carrera, que respeta las normas y es un buen ciudadano, insultando a una persona que, seguramente, iba distraída y no se fijó que pretendías bajar. Tu expresión te delató entonces y trataste de irte de inmediato. Subiste las escaleras al trote. Sudabas, no lo nieges. Cuando llegaste a la superficie fue como salir a flote en un mar inmenso, dónde no había más que agua. Respiraste, ya que habías contenido la respiración cuando ascendías. Y no supiste porqué. Caminaste, lentamente, para salir de la estación. Hombres sin rostros pasaban a tu lado, y el reloj avanzaba inexorable para cerrar las puertas del Metro. Todos caminaban en una dirección y tú justo en la opuesta. Tal vez no te fijaste e ibas por el lado izquierdo, cuando deberías haber andado por el derecho. Pero detalles. No te fijabas de nada excepto del aire contenido. Lentamente emergiste del mundo subterráneo de la estación y el aire limpio te llegó al rostro. La luna jugaba a ser burlesca y el cielo estaba anochecido. Uno que otro microbús pasaba besando la Plaza Italia. No habían sonidos en el ambiente, todo estaba intranquilamente silencioso. Y de repente, fue el aire el que te avisó, que ella, tú vida, caminaba detrás de ti. Te volteaste y la miraste. Y no mientas, sentiste ese cosquilleo de siempre cuando la veías. Pero ella no tenía la expresión de alegría en su rostro, más bien era de indiferencia congelada. Y es que sí, ella ya no sentía nada y era indiferente contigo. Te acercaste a besarla y cuánto te dolió que haya corrido la cara. La miraste fijamente y recién supiste porqué el aire estaba como estaba y el ambiente se sentía tan raro. El mundo, tu mundo, estaba a punto de cambiar. Sin decir palabras ella lo dijo todo, te miró, luego bajó la vista y dio media vuelta, internándose en los confines de la estación Baquedano, bajando las escaleras hasta desaparecer. Cada centímetro que desaparecía de ella era como si te robaran algo de vida. De alma. Y allí quedaste, solo, en suspenso, como en una dimensión intermedia, ni aquí ni allá, ni arriba ni abajo, ni a un lado ni al otro. Dejaste de percibir tu esencia y te transformaste en uno más de esos que son sólo cáscaras andantes. Y no seas mentiroso, desde ese día tu vida se ha perdido, en la negrura, en el blanco y negro. Se extinguió el color.

Luis Bravo
-.-

domingo, 4 de marzo de 2007

De cebolla y aceitunas


Hoy señores quiero hablar de la comida típica chilena. Sí, y es que creo que está impregnado en el inconciente colectivo lo que es la "comida típica" de nuestro país. Claro, empanadas, pastel de choclo, humitas, cazuelas, curantos, etc. Pero mi intención no es mostrar los platos tradicionales de Chile, sino decir que la comida típica nuestra es muy ¡MACHISTA! Aunque ustedes no lo crean es un tipo de comida que insentiva el machismo entre nosotros. Ahora tal vez entre los que lean mi artículo en éste, mi blog, se encuentren personas machistas (ojo: mujeres y hombres) y que aun creen que el hombre es el jefe y la mujer la de la cocina... bueno, les recomiendo que dirijan su mouse-ratón hacia la esquina derecha superior de su pantalla y presionen el cuadradito con la cruz y salgan de mi blog, pues tal vez se sientan ofendido. Pero si aun así quieren leer mi articulo ¡ningún problema! Diversidad de opinión, un gran tesoro.
Y es que sí, yo creo que la comida típica es lo más machista que puede haber. ¿Y por qué? Bueno, para mí hay múltiples respuestas, pero vamos atacando las más importante. Todos sabemos que para hacer una empanada se requiere:


  1. Tener como diez tipo de ingredientes diferentes y que sólo se consiguen en una feria

  2. Hacer una masa como por una hora... amazando, amazando, moldeando, moldeando.

  3. Hace el pino, si es que no será de queso u otro algún exótico ingrediente.

  4. Fabricar luego la empanada, ya estando como tres horas en la cocina.

  5. En un horno cocinarla y luego servila con un vaso de chicha para el marido.

Y todo esto, ¿quién lo hace? Ajá! Nuestra querida mujer chilena.


Las comidas típicas estan pre destinadas a ser cocinadas por mujeres, mientras el hombre, jefe, dueño, machista, superior y todopoderoso mira el fútbol en la televisión riendo con sus amigotes. ¿No machismo? Abramos los ojos. ó.ò

Y ahora no sólo son las empanadas las machistas, sino también los pasteles de choclo. ¿HAN ENCONTRADO ALGO MÁS DIFÍCIL DE HACER QUE UN PASTEL DE CHOCLO? Y es que es un real lata hacerlos, sólo para que las demás personas coman y coman para luego hincharse como pelotas. Tal vez sí, son bastante ricos y deliciosos, pero por favor compartir el trabajo entre las mujeres y los hombres, ya que por ejemplo para amazar se requiere mucha fuera.