Gotario de tu boca
cuenta cuentos prohibidos.
Se refugia el sentido
que nuestros encuentros apunta;
fugaz epíteto caído
cuando el suelo descalzo es nuestro lecho.
Ambigüedad de fragancias
a la hora de recorrernos.
Sorprendente cantidad de sombras
al tacto de nuestros extremos.
Roces de miel y aceitunas;
candencia volátil del aire testigo,
cuando saltas sobre mi templo
y recibes mis algarabías.
Y luego eres camino
que conduce a la selva madre,
donde mi voluntad se pierde en la espesura
ya que finjo ser perdido en ti.
Pero comienzas a excavar mi piel
con ósculos ermitaños de olvido.
En desiertos como en mares
tu savia es el agua que purifica.
A la cumbre de nuestro acto llegamos,
con las manos cerradas y el corazón enjuto,
aguardándonos mutuamente, y así
gozar del cosquilleo manzanero de nuestra cúspide.
Y llega luego el silencio
que nos envuelve en un
espasmo de fríos.
Y te quedas mirando
con los ojos cerrados,
apoyada sobre mis hombros
cansados y fieles.
Proveta de tus labios
canta cantos perdidos.
Luis Bravo V.