lunes, 2 de marzo de 2009

Incertidumbre





Muy atrás quedó la infancia
de arboledas inventadas
y jardines amurallados.
Ahora se vislumbra el horizonte
con su nueva tonalidad sangrienta.
Rojo intenso.
Camino entre los bosques aledaños
del porvenir incierto,
serpenteando búhos insólitos
y latigazos de savia.
Pero dudo,
dudo de si encajarás en mi molde,
el cual ha sido construido
por un hombre borracho de ojos vendados,
quien no se percató de lo sinuoso
que resultaba su creación anodina.
Sin embargo intentas,
al menos quiero creer que lo haces,
sorprendiendo tu enlutado rostro
de ojos selváticos y frente vertiginosa,
pues yo ya no soy el mismo
que arrojó el arroyo envuelto en una canasta:
varios años han curtido mi pelaje,
y lo transparente lo voy perdiendo en gotas inexorables.
Me hallo en el equinoccio
de las horas transcurridas y de lo que se aproxima,
justo en el medio, tiemblo,
viendo si todavía queda algún pedazo de piel libre
de los amables flagelos de la incertidumbre.
Y es que claro,
no intuyo más de lo que mis pies aplastan,
al son de una vendimia pagana,
la cual extrae mi agua verdosa
y la deposita en jarras de barro negro.
Pregunto,
inquiero a los astros ebánicos si te posarás sobre mí,
y derramarás tu miel amarga,
pues sigo sediento,
desde el momento en que conocí la pradera donde descansas,
descalza, serena.
Espero paciente,
la nueva hora,
en la que sólo caben cincuenta y nueve minutos
y tú,
dándole sentido
a los minuteros mentirosos.
Podrías tardar siglos,
mas yo charlaré con las esquinas
de esta ciudad de mala madre,
curioseando si han visto pasar
mi esperanza perdida vestida de gala.

Luis Bravo.