Ella siempre quiso guiñarle un ojo a cualquier individuo dentro del Metro. Siempre anheló caminar por la izquierda, cuando se debía caminar por la derecha, sólo por el simple gusto de que la gente la mirase mal y le indicase que tomara su lado correspondiente. Siempre deseó no dejar bajar antes de subir; también quiso alguna vez saltar la varandila y no pagar; o tal vez burlarse del frío y angustioso guardia que vigilaba el lugar: sacarle la lengua y hacer una monserga. Salir de la rutina dominante y dar un brinco sobre lo establecido. Gritar como eufórica y demente en el paseo Ahumada; correr detrás de las palomas en la dudosa plaza de Armas. Bailar al ritmo de la música que en las disquerías sonaba, asustar a la gente y pararse sobre una banca y recitar a Huidobro.Siempre soñó con besar al primer tipo que se le cruzara; agarrar por atrás a una mujer estupenda y zamarrearla desesperadamente; arrastrase en los pasillos de los centros comerciales y subir por la escalera mecánica que bajaba y bajar por la que subía. Deseó siempre subirse a un Transantiago y decir "Señores pasajeros, mi intención es realmente molestarlos y decirles que no vendo nada y que sólo hablo para perturbarles el viaje"; anheló salvajemente comprar un café y no pagarlo. Deseó más de alguna vez agarrar su labial y escribir en los espejos de las tiendas "Viva Paul Schäfer", sólo por el simple hecho de que la gente se espantase. Siempre soñó con robarle el dulce a un niño chico y levantarse la falda, mostrando sus calzones al viejito que pedía limosnas...
Todo esto deseaba hacer Ana. Ser por algún día alguien diferente; no ser la oficinista promedio de vida establecida y correcta que era consumida por la rutina y que tenía una vida normal. Si alguna vez se dejase de lado todas las formalidades y volver a soñar... poder creer que se puede soñar; por algún momento no pensar en lo correcto y sólo seguir los caprichos que a nuestras mentes llegan como avioncitos de papel.
Ese día, Ana despertó, queriendo ser alguien diferente. Con esa idea en la cabeza salió del edificio donde vivía en una pieza de dos por dos, y vio la gran ciudad que la esperaba. Decidió entonces olvidar todo y resignarse a la realidad: tomar la Línea Cinco, que la dejaría en Plaza de Armas...
Luis Bravo.
["Despertó... creyendo que podría ser... alguien diferente..."]
Denisse Malebrán









