jueves, 26 de julio de 2007

Ella siempre quiso guiñarle un ojo a cualquier individuo dentro del Metro. Siempre anheló caminar por la izquierda, cuando se debía caminar por la derecha, sólo por el simple gusto de que la gente la mirase mal y le indicase que tomara su lado correspondiente. Siempre deseó no dejar bajar antes de subir; también quiso alguna vez saltar la varandila y no pagar; o tal vez burlarse del frío y angustioso guardia que vigilaba el lugar: sacarle la lengua y hacer una monserga. Salir de la rutina dominante y dar un brinco sobre lo establecido. Gritar como eufórica y demente en el paseo Ahumada; correr detrás de las palomas en la dudosa plaza de Armas. Bailar al ritmo de la música que en las disquerías sonaba, asustar a la gente y pararse sobre una banca y recitar a Huidobro.
Siempre soñó con besar al primer tipo que se le cruzara; agarrar por atrás a una mujer estupenda y zamarrearla desesperadamente; arrastrase en los pasillos de los centros comerciales y subir por la escalera mecánica que bajaba y bajar por la que subía. Deseó siempre subirse a un Transantiago y decir "Señores pasajeros, mi intención es realmente molestarlos y decirles que no vendo nada y que sólo hablo para perturbarles el viaje"; anheló salvajemente comprar un café y no pagarlo. Deseó más de alguna vez agarrar su labial y escribir en los espejos de las tiendas "Viva Paul Schäfer", sólo por el simple hecho de que la gente se espantase. Siempre soñó con robarle el dulce a un niño chico y levantarse la falda, mostrando sus calzones al viejito que pedía limosnas...
Todo esto deseaba hacer Ana. Ser por algún día alguien diferente; no ser la oficinista promedio de vida establecida y correcta que era consumida por la rutina y que tenía una vida normal. Si alguna vez se dejase de lado todas las formalidades y volver a soñar... poder creer que se puede soñar; por algún momento no pensar en lo correcto y sólo seguir los caprichos que a nuestras mentes llegan como avioncitos de papel.
Ese día, Ana despertó, queriendo ser alguien diferente. Con esa idea en la cabeza salió del edificio donde vivía en una pieza de dos por dos, y vio la gran ciudad que la esperaba. Decidió entonces olvidar todo y resignarse a la realidad: tomar la Línea Cinco, que la dejaría en Plaza de Armas...


Luis Bravo.

["Despertó... creyendo que podría ser... alguien diferente..."]
Denisse Malebrán

martes, 24 de julio de 2007

jueves, 19 de julio de 2007

Chris was never the same. All the things that he saw and heard changed him forever. It was difficult for him to accept it, but there was no choice: his death father shocked him and made him feel abandoned. Actually, since that moment, his life changed extremely. All the security he had disappeared in four seconds. In the first second the car crash happened. In the second one his father was thrown through the car’s glass. In the third one his father was dying. In the fourth one Chris became in orphan, and in the saddest teenager in this evil world.

The day after the accident, Chris stayed at the police station until midnight. It was a hard day. He had to tell to the police man what happened the day before; the day when his father died. He tried not to cry, but at some moments he couldn’t control himself and in silence he cried. The police man understood his sadness, and in grief he left him alone. The story was simple: his father was making a phone call and laughing when the stoplight indicated a red light. He didn’t see it, and although Chris told him, he couldn’t stop the car. Then, a bus crossed the street, colliding into their car. So, his father was thrown through the car’s glass. Chris was safe because of the airbag two seconds after, but not at the time to save his father. Then, he went so see how his father was. And in that moment he noticed it. Marco, the person that he loved most in this world, had died. The things that came after the accident were confusing and he didn’t remember them.

L.B.